Y es así que, manteniendo
la conexión con lo alto, encontramos el sendero en lo que está abajo.
Manteniendo la conexión vertical, encontramos sentido a lo que pasa en
lo horizontal. A eso le llamamos sincronicidad, el arte de
estar atento al sentido constante que ocurre en el presente,
des-cubriendo los velos que una vez nos pusimos nada más nacer.
Un puente entre mundos, entre
dimensiones, entre realidades. Así funciona la sincronicidad, como
puente que comunica lo supra-mental con lo material.
Ya no hay marcha atrás. El barco está a punto de partir y se están subiendo los que están dispuestos.”
Cada vez más sobran las palabras y
abundan los sentires. Se caen como hojas muertas las ideologías, las
filosofías, las corrientes de pensamiento y renace, como brote tierno el
reconocimiento vibracional de lo real, de lo sencillo, de lo esencial. “La Verdad es una vibración perceptiva”.
Simple, certero, real. Se reconoce sin más. Y no requiere de palabras o
tratados extensos. Una simple percepción pura y sin forma de
autenticidad genuina a través del cuerpo.
El cuerpo no miente. En él reside la
auténtica sabiduría de la Vida, de la Naturaleza. Y todos los aspirantes
al Nuevo Mundo están sintiendo de manera ineludible un llamado profundo
a “habitar nuevamente el cuerpo”. El dolor simplemente es una
desatención de nuestro templo. Por eso grita, para llamarnos nuevamente
la atención. Y es ahí que la atención no es una cualidad de la mente
sino de la Conciencia que vive y mora más allá de nuestra mente y que
finalmente está descendiendo nuevamente para habitar el templo que una
vez fue desalojado de toda luz, de toda Verdad, de toda autenticidad. Es
el descenso de lo supra-mental a la materia, un descenso previo y
necesario que nos abre a una posterior ascensión perceptiva y
vibracional a una nueva realidad, a un nuevo mundo.
El cuerpo no miente. Su postura, su
gesto, su movimiento refleja vibracionalmente la realidad del que habita
en él. Es a través de él que somos. Es a través de él que podemos
alinearnos a vivir la experiencia más maravillosa jamás ocurrida sobre
la faz de la tierra. El nacimiento de una Nueva Especie, el Nacimiento
de una Nueva Realidad.
Corazón.
La mente no puede luchar por más tiempo
contra la expansión cada vez más acelerada de nuestro corazón. Pero lo
está intentando. Y la realidad externa, como metáfora de lo interno,
está reflejando esta lucha, esta resistencia. Los patrones climáticos de
estos últimos meses están invitándonos a “re-cordar” que no existe
mayor poder que el de la Naturaleza. Y sólo basta una sacudida de la
gran Madre para desbaratar un sistema que durante 500 años ha ido en
contra de la Naturaleza, un sistema de esclavitud encubierta, un sistema
que ha tapado por siglos la Verdad sensible y sintiente del corazón
humano.
“En la Naturaleza todo tiene su
momento y su ley es infalible. Pero no es una ley como las que conoce la
mente, ni mágica, ni psicomágica, ni científica, ni metafísica, ni
espiritual…Es una ley que no se puede desmembrar, ni separar, ni
contabilizar, ni siquiera nombrar. A lo sumo lo que podemos es
alinearnos con ella, ser uno con ella, entregarnos enteramente a ella.
La Naturaleza posee su propia ley, una única ley que aglutina todas las
demás leyes descifradas y colapsadas por la mente humana. Ella ES,
simplemente ES, y siempre se manifiesta, siempre está operando, siempre
está en funcionamiento desde el principio impertérrito en que el vacío
condensó la primera partícula, la primera explosión, el primer “momento
perfecto” en que surgió la primera expresión de VIDA. La Ley, la Ley
Natural, algo indisolublemente imbricado a la misma matriz de la Vida,
es una ley invisible que existe en la forma y en la no forma y gobierna
TODO aunque exista en la NADA, en ese VACÍO desde donde nace otra vez
el TODO. Y vuelta a empezar.
Naturaleza. Cada manifestación de vida
existe, fluye y evoluciona guiada por este halo natural sin forma que
activa, despierta y transmuta a la forma cuando le ha llegado el
momento. Una semilla contiene en su esencia hasta el último brote
potencial de su estructura. Pero es una semilla, con su cascarón duro y
protector. En su interior está el árbol, pero es semilla. Ella espera
paciente el “momento perfecto”, silenciosa, conectada, parte de TODO y
de NADA, invisible a los ojos humanos pero presente, existente, siempre
atenta, disponible. Y llega un momento, quizá “el momento”, y un simple
movimiento imperceptible que nace desde el núcleo vacío de su estructura
atómica, un regurgitar de partículas que se organizan en células, que
se organizan en estructura de vida y ¡zas!, ya no es semilla, es brote,
un brote tierno, frágil, vulnerable, delicado…algo nuevo, distinto. En
un único momento la semilla ya no es semilla, es otra cosa. ¿Acaso no
está pasando lo mismo con el ser humano?
Los animales saben cuándo ha llegado
el momento de emigrar, de viajar lejos. Pero ellos no se hacen ninguna
pregunta. Hay algo que los guía, algo invisible que los mueve, que los
“despierta” cuando ha llegado el momento adecuado. Nuestros científicos y
biólogos le llaman instinto. Y parece que al ponerle una palabra ya
saben lo que es. Pero no lo saben. Sólo lo han identificado, etiquetado,
conceptualizado, interpretado, estudiado, dividido,
compartimentalizado, otra vez. El ser humano se ha separado de su
naturaleza, de su conexión con la Ley Natural. Ha cortado sus raíces y
no se nutre de la savia que fluye de abajo-arriba sino de las ideas, los
pensamientos que, como nubes empujadas por un viento invisible, cruzan
los cielos más expansivos de nuestra esencia, tapando lo claro, lo
luminoso, lo inmenso.
Hemos cortado la raíz, hemos olvidado
el placer de pisar la tierra, de SER en la Tierra, de estar allí donde
están nuestros pies. -Voy a buscarme – dice la mente- Voy a hacer un
viaje iniciático al Tíbet, al Yucatán, al Machu Pichu… a dónde sea. Y no
nos damos cuenta que estamos donde están nuestros pies.
El cuerpo es el sustrato conectivo que
nos ancla a la Tierra, el templo sagrado donde morar, sentir, escuchar y
dar. La búsqueda del SER no comienza en lo alto, como sí hicieron
nuestros místicos, ermitaños y sabios de todos los tiempos. Renegaban el
cuerpo, renegaba lo denso, la materialidad. ¡Qué densidad! ¡Qué
demonios escondidos en la materia! Hay que elevarse, hay que buscar más
allá. El anhelo de nuestro origen no puede estar en esta realidad tan
dolorosa. Tiene que existir en otro lado, en el otro lado… y buscaban, a
través del ascetismo, a través de la meditación y la anulación
sensitiva los secretos más elevados de la Conciencia. Pero ahora toca
algo distinto, algo que ya muchos comenzaron a intuir, visionar y
experimentar en la primera mitad del siglo pasado y que ahora se vuelve
inminente en esta nueva crisis evolutiva hacia el Nuevo Mundo. Es la
transformación de la misma materia, el descenso de lo que está más allá
de la mente a la Tierra, el desalojo de la oscuridad de aquello que una
vez fue reluciente.
Del instinto a la intuición. Este es
el nuevo sendero evolutivo del ser humano, un sendero que no busca
arriba sino que encuentra abajo y al encontrar lo que siempre ha estado
ahí, lo transforma y lo eleva hacia arriba. La dualidad se disuelve ante
esta experiencia. Ni más allá, ni más acá, ni más arriba, ni más abajo.
Todo UNIDO, todo UNO. “
(Extracto del libro “Sentir para Saber”, aún en desarrollo)
Verdad
“Sólo podemos reconocer aquello que ya está presente dentro de nosotros mismos.”
Para reconocer la “Verdad”, esa Verdad
innombrable y eterna que disipa toda duda, que libera de todo miedo, que
trasciende y unifica realidades, es preciso primero reconocerla dentro
de cada uno, despertarla, abrazarla, SER de Verdad. Y la Vida nos está
invitando a dejarnos caer hacia ese encuentro con la esencialidad
viviente que habita y mora en el interior del corazón de cada una de las
células de nuestro cuerpo. Una vibración pura, conectiva y luminosa que
nada sabe de teorías espiritualistas ni científicas, una vibración
perceptiva profundamente conmovedora de AMOR, de realidad, de Unicidad.
La mentira, la gran mentira de nuestro
viejo mundo se está cayendo a pedazos. Muchos se están agarrando a este
viejo mundo como quien se agarra a un clavo ardiendo. Patrones de miedo,
de pánico, de agresividad se desatan por doquier, intentos reactivos
del ego por mantenernos esclavos de una gran mecánica mental, de una
gran mentira. Por eso hay una gran polarización, cada vez más extrema
entre las ideologías, sean cuales sean. Es la lucha del ego por mantener
su identidad, su autonomía, su dictadura sobre el corazón humano.
Pero simultáneamente hay un resurgir
profundo de la Conciencia, un renacimiento nuevo que no tiene forma, que
no tiene nombre pero se aglutina a través de muchas formas, de muchos
nombres, portando todos una misma vibración perceptiva de autenticidad.
Son los precursores del Nuevo Mundo, organizándose de manera silenciosa,
guiados simplemente por la sensibilidad conectiva, por el
reconocimiento sensitivo, por la mirada conmovedora. NO se unen por
ideología, sino por vibración, por afinidad, por reconocimiento
sensible. Un abrazo y ya está. Una mirada y somos UNO. La alegría se
asoma en la mirada. Está emergiendo una nueva HUMANIDAD.
Quedan muchos años por delante para crear
el Nuevo Mundo. Estamos en pleno caos. Pero podemos comenzar a Celebrar
ya la Nueva Vida, sumar intenciones y voluntades y CELEBRAR.
En estos meses, hasta el solsticio de
diciembre, tenemos una oportunidad maravillosa de despojarnos del pasado
por siempre, de vivir sin pasado, de volver a ser auténticos, REALES,
genuinos, singulares, DE VERDAD. La emoción es el recurso creativo y
transformacional que unifica y recupera lo que somos en la no forma,
integrándolo en la forma, transformando el propio cuerpo, un Nuevo
Cuerpo que será el que habite en el Nuevo Mundo.
Muchos se están dejando hacer por la gran
Vida. Otros están sucumbiendo a la densidad de su lado más oscuro. Y
como siempre, es una cuestión de elección creativa y de RESPONSABILIDAD.
No existen siete mil millones de cuerpos
en el mundo, sino un sólo cuerpo repartido en siete mil millones de
singularidades en el mundo. Por cada uno de nosotros que se haga
responsable de la vibración de su propio pedacito de vida que habita y
quiere habitar nuevamente su cuerpo, está influyendo de manera directa
en todos los demás hermanos que viven en este planeta. Es nuestra
RESPONSABILIDAD creativa, es nuestra gran elección.
Celebremos la Nueva Vida. Celebremos la Nueva Vibración que recién está llegando.
“Con los pies en la Tierra y el corazón hacia el Cielo, CONFÍEMOS”.
TE AMO.
P.P.D. Y como siempre, no hagan ni caso. Si les resuena está bien. Y si no también.
Gracias.