Dar Gracias
En
la Medicina
del Alma sabemos que el Universo siempre
nos apoya así como que somos los artífices de nuestra vida. Pese a ello, es
frecuente que nos quejemos de las cosas que nos pasan, así como que al rezar
nos dediquemos a pedir, a solicitar, a rogar intentando conseguir que esa
entidad Superior se plegue a nuestros deseos, como si no fuera eso,
precisamente, lo que hace siempre: favorecernos, darnos la razón, aunque no
siempre de la forma que nosotros esperamos y a veces sin que nos demos cuenta,
dada nuestra falta de perspectiva.
En
contraposición, es mucho más reducido el número de veces en que acostumbramos a
dar gracias por aquello que la
Vida nos concede. Normalmente o no nos acordamos o, más
frecuentemente, no nos damos cuenta de los regalos que estamos recibiendo, por
lo que no vemos la necesidad de hacerlo.
Conocemos
que la Vida nos
habla de muchas maneras pero no pensamos en las múltiples maneras que tiene de
gratificarnos. Tenemos tendencia a pensar en un regalo como en una cosa grande,
extraordinaria, como algo que se recibe en una fecha señalada o en una
situación remarcable. No nos damos cuenta, así, de la enorme cantidad de ellos
que recibimos cada día, señal de que vivimos de una forma poco consciente,
ajenos al “aquí y al ahora”.
Que
pocas veces nos damos cuenta lo azul que está el cielo, de ese soplo de viento
que, de repente, nos alivia del calor en verano, de esos colores con los que se
ha vestido el campo o de la sonrisa con la que alguien nos saluda al entrar una
habitación o al cedernos el paso en una puerta. ¡Cada día estamos recibiendo obsequios a montones, a cada
instante!, la cuestión es que estamos tan acostumbrados ¡que ni lo notamos! y que pocas veces, si es que lo hacemos alguna vez, damos
gracias por ello, pese a lo cual la
Vida, generosa, no nos lo tiene en cuenta y nos los sigue
ofreciendo.
Creo
que el hecho de dar gracias, de acostumbrarnos a ello es, por una parte, un
acto de justicia, ya dice el refrán castellano “Que es de bien nacidos el ser
agradecidos”, pero además es una forma de vivir nuestra vida más despiertos.
Acostumbrándonos a aceptar y a agradecer lo haremos también a reconocer, a ser
conscientes de todo aquello que estamos recibiendo a cada momento. Será como
vivir en una mañana de Reyes o de Navidad, como en una “Fiesta de aniversario”
de forma permanente: vamos a estar más contentos, más felices, pues va a ser el
propio Universo el que nos haga de Espejo.
Recordemos
finalmente las palabras que dijo Eric en el último curso que dio en Barcelona.
“Dar gracias es la mejor forma de oración”.
Por Luis Hernández (Presidente de la Asociación Alameda)
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