15 de septiembre de 2012

LA CULPA

Nos encontramos ante la gran arma que utilizamos, frecuentemente, contra la Vida, ya esté ésta identificada en los demás, en el azar, la casualidad o, con mucha frecuencia, con nosotros mismos.

Por una parte la culpa dirigida hacia el otro nos sirve para no hacernos responsables de nuestros actos y acciones: todo lo que nos pasa, todo lo que nos ocurre, es por responsabilidad de alguien distinto a nosotros, así ocurre que no somos los artífices de nuestra vida, sino tan solo comparsas o víctimas de ella. Todo ha de tener siempre un culpable, y así, de forma fácil, nos quite la responsabilidad de asumir, comprender y leer la vida y lo que ésta, con sus metáforas, nos quiere decir a cada instante y que, si en lugar de culpar nos esforzáramos en descubrir el tesoro, el regalo oculto que hay en todo, nos llevaría a dar las gracias por lo que nos ha pasado.

Por otra parte, al culpar a la “mala suerte”, al azar, estamos aceptando que éste existe, que las cosas pasan por casualidad que no tiene todo un sentido. Estamos negando que todo tenga un porqué, que, como nos ha dicho tantas veces Eric “el Universo está muy bien organizado” y lo que es más importante, estamos negando que éste, que la Vida, siempre nos favorece y que nada es “por desgracia”, sino “por suerte”.

Por último, al culpabilizarnos a nosotros mismos nos estamos convirtiendo en nuestros propios enemigos, o, en saco de culpabilizarnos por algo hecho al otro, en enemigos de los demás. No nos damos cuente que esto no es más que una forma de castigo, de una estratagema del ego par sentirnos importantes, pues es tan solo gracias a nosotros que ha ocurrido algo, aunque ese lago nos parezca malo. Somos tan ingenuos como para creer que somos tan importantes como para alterar los planes de la Vida y que por ello vamos a provocar algo desfavorable para nosotros o para la persona que tenemos al lado, como nos gusta ser protagonistas, como nos gusta colocarnos medallas, aunque éstas sean por cosas “mal hechas”. Normalmente vamos a actuar de la manera que mejor sabemos, con los recursos que tenemos a nuestra disposición, ante cada una de las circunstancias ante las que nos coloca la Vida y, tenemos que tener presente que Ésta nunca nos va a pedir nada para lo que no estemos preparados, por lo que, si actuamos, si tomamos acción, nunca podremos equivocarnos. Será nuestra falta de visión, nuestra falta de perspectiva, el no conseguir lo que nosotros, no la Vida, esperábamos, cuando empezamos a buscar a encontrarnos culpables. Nunca sentimiento de culpa por lo que con buena intención hacemos. Responsables si, aunque no culpables, por la inacción, por no aprovechar los recursos y las ocasiones que se nos ofrecen en cada momento, por no seguir el rumbo que vemos nos está marcando el viento de la Vida.