Cuando hablamos de Luz Y Oscuridad tendemos a verlos siempre como dos elementos contrapuestos, enfrentados, fruto de nuestra educación que nos hace ver el mudo a base de opuestos a los que normalmente damos a uno carga positiva y a otro negativa o, lo que es lo mismo, uno es el bueno y otro el malo. De esta forma estamos psicológicamente más preparados y más animados para estar con luz que para vivir en la oscuridad.
Nosotros sabemos que todo lo que hay en el Universo es bueno y que éste
siempre nos es favorable. Sabemos que está muy bien organizado y que en él nada es porque si, ya que las casualidades no existen.
Sabemos también que debemos intentar pensar, sentir, vivir, dentro de la “unidad”, y no en la “división”. Es por ello que debemos ver el binomio luz-oscuridad como las dos caras de una misma moneda, como el Ying y el Yang, que se complementan y enriquecen.
Y así como la luz, la claridad nos es necesaria para poder ver, movernos y aclararnos en el espacio exterior, la oscuridad lo va a ser para encontrarnos y movernos en nuestro espacio interior, para meditar, para orar, para hacernos grandes y completos como personas, para ser más libres. Esto mismo nos lo muestra, en un campo mayor, la Naturaleza: los meses de luz son los meses de la actividad, del hacer, del salir, del recoger; por el contrario, los meses oscuros son meses de recogimiento, de interior, de compartir, de sembrar... Tal vez sea por esto que tantos gobiernos, tantas religiones hayan intentado luchar contra la oscuridad, llegando incluso a prohibirla, dando tanto importancia y valor a la luz y la claridad. Tal vez no sea más que un intento, consciente o no, de controlar y coartar al individuo, pues es bien sabido que se sienten más cómodos con “personas pequeñas”
Sólo viviendo la luz y la oscuridad con las posibilidades que ofrecen, podemos ser individuos completos. Podemos vivir, plenamente, el aquí y el ahora.
Nosotros sabemos que todo lo que hay en el Universo es bueno y que éste
siempre nos es favorable. Sabemos que está muy bien organizado y que en él nada es porque si, ya que las casualidades no existen.
Sabemos también que debemos intentar pensar, sentir, vivir, dentro de la “unidad”, y no en la “división”. Es por ello que debemos ver el binomio luz-oscuridad como las dos caras de una misma moneda, como el Ying y el Yang, que se complementan y enriquecen.
Y así como la luz, la claridad nos es necesaria para poder ver, movernos y aclararnos en el espacio exterior, la oscuridad lo va a ser para encontrarnos y movernos en nuestro espacio interior, para meditar, para orar, para hacernos grandes y completos como personas, para ser más libres. Esto mismo nos lo muestra, en un campo mayor, la Naturaleza: los meses de luz son los meses de la actividad, del hacer, del salir, del recoger; por el contrario, los meses oscuros son meses de recogimiento, de interior, de compartir, de sembrar... Tal vez sea por esto que tantos gobiernos, tantas religiones hayan intentado luchar contra la oscuridad, llegando incluso a prohibirla, dando tanto importancia y valor a la luz y la claridad. Tal vez no sea más que un intento, consciente o no, de controlar y coartar al individuo, pues es bien sabido que se sienten más cómodos con “personas pequeñas”
Sólo viviendo la luz y la oscuridad con las posibilidades que ofrecen, podemos ser individuos completos. Podemos vivir, plenamente, el aquí y el ahora.
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